Desde un principio se ve una Miley Cyrus con el pelo muy, muy corto y una especie de moños encima de la cabeza. Hace gestos provocativos y lleva un vestido provocativo. Llega un hombre vestido de rayas blancas y negras, de apariencia joven; y ella se arranca lo poco que lleva hasta quedarse en ropa interior de color carne, simulando su color de piel. La chica aún incrementa sus intentos de parecer sensual cuando aparece el hombre, pero acaba pareciendo más bien basta. El hombre, mientras tanto, recita frases en inglés vulgar refiriéndose explícitamente a hechos del acto sexual, de tipo más bien machista, mientras que ella simula ser contenta y enorgullecerse de ello. El hombre es Robin Thicke, de 36 años, casado y con un hijo pequeño. Miley fue una actriz de Disney y era protagonista de Hannah Montana, una serie destinada a todos los públicos pero hecha para niños y pre-adolescentes.
En resumen, esa canción tan "chula" que había escuchado no era más que la muestra de la dominancia del hombre hacia mujeres guapas, modélicas y bien arregladas, a partir de tratarlas como un animal o bien como un objeto sexual, tal y como ya pueden ver en los primeros minutos del vídeo.
No sabemos lo que escuchamos, lo que admiramos o bailamos...
Pero mi objetivo no es fijarme ni en la actuación, ni en los videoclips, ya que este artículo no va a cambiar la producción de éstos. Simplemente resalto la ignorancia que tenemos ante el mundo de la música. Si ya teníamos suficiente con ese género musical llamado reggaetón, ahora el machismo implícito o explícito en el mundo de la música es casi viral. Como había dicho en mi artículo anterior (Sobre la ética y el interés), somos personas perezosas moralmente, con lo cual a veces podemos tolerar conductas que van en contra de nuestros principios o de los principios que defiende un país. Este es el caso de la igualdad entre géneros, que en España y en la mayoría de los países del primer mundo es algo clave para el progreso ideológico y ético a nivel estatal.
... Y el porqué lo hacemos
Muchas veces no nos conocemos demasiado a nosotros mismos y, aún menos, al funcionamiento de nuestras mentes. Hay nuestra parte consciente, y luego la inconsciente: la emocional y la instintiva. Sobre el papel, siempre se ha dicho que nos tenemos que centrar en nuestra parte racional, pero el resto, que es el más sensible, ha sido bastante ignorado, a pesar de ser el más peligroso. ¿Y a qué se debe eso?
Lo que tampoco termino de comprender es el porqué se asocia la desnudez de la mujer o el vestir de un modo provocativo con la liberación del género femenino. Es bien cierto que estos comportamientos pueden llevarse a cabo, claro está, pero en situaciones adecuadas y con la intención adecuada. Si éstos son excesivos y bastos, ¿qué pretenden demostrar? ¿que una mujer está ansiosa de tener sexo, hasta el punto de rebajar su dignidad personal o someterse ante el hombre?
Pero la fórmula es muy sencilla: basta en reducir el ser humano en su estado más básico, ya sea emocional (inseguridades, miedo a la exclusión social) o instintivo (sexo, comida) y combinarlo con las ansias de novedad que todos tenemos. Así entonces, somos mucho más manipulables y a disposición total de los intereses de los poderosos.