Writing cure: octubre 2014

martes, 21 de octubre de 2014

La verdad sobre el victimismo

No es sólo una reflexión personal: es un enfoque sociológico, a la vez que psicológico.

¿Por qué cada día nos encontramos en nuestras vidas personas que constantemente dicen ser víctimas? ¿Por qué siempre nos encontramos que alguien rápidamente quiere ganarse el puesto de víctima ante un conflicto? ¿Por qué alguien por sí mismo puede llegar a inventar otra realidad a partir de ser de víctima?

El victimismo se define como "la actitud de la persona que se considera habitualmente dañada o perjudicada en algo". Una víctima es alguien que ha recibido una agresión, sea de la naturaleza que sea. Eso implica que alguien ha tenido un comportamiento considerado indecente hacia ella, con lo cual no cabe duda que ese alguien tenga una dudosa moral o bien que haya obrado con el mal. Esto conlleva de por sí que la víctima es la dañada, la "débil", que no ha tenido más remedio que asentir y que no se ha podido defender. Y a partir de aquí, es indudable que la persona en cuestión haya mentido, es más, no se le puede atribuir casi ninguna mala cualidad.

Por eso mismo, en un mundo de buenos y malos, según las mentes más simplistas y poco reflexivas, se produce lo siguiente, aunque no necesariamente por este orden:

A. APROPIACIÓN DEL PODER DE LAS DEFINICIONES

Es triste, pero es así: cuando alguien se apropia de la definición de lo que es bueno y de lo que es malo, ya lo tiene todo ganado. Y así se hace cuando alguien se reivindica como víctima: a partir de la elaboración de razonamientos aparentemente lógicos, confirmará aún más su puesto porque, como el supuesto agresor es el "malo", ésta por fuerza tiene que ser la "buena".

Así pues, la bondad se personifica en la víctima y no pueden caber en ella ni hechos ni características, por ende, negativas. 

B. PROYECCIÓN VICTIMISTA HACIA LA SOCIEDAD

Una vez la persona victimizada se reivindica como la afectada y, por lo tanto, la buena de la historia, produce efectos en la sociedad, sobre todo en la ética. Desde luego, una persona cualquiera, por temor a lo que puedan pensar de los demás, le dará la razón e incluso la reivindicará como tal, contribuyendo cada vez más a este, falso o no, "papel". 

C. PURGA DE ARGUMENTOS EN CONTRA Y CALIFICACIÓN DE ENEMIGOS

Una vez la víctima victimizada tiene los apoyos morales lo suficientemente numerosos o fuertes, ve reforzada su posición de la definición del bien o el mal. A falta de argumentos propios, se apropiará de los que les ha dado la otra gente, o bien puede llegárselos a inventar, o bien llegar a exagerar lo que ha dicho, entre otras cosas. 

Los argumentos que se puedan dar en contra, incluso hechos de buena fe, reales o sustentados en hechos y verdades empíricos, automáticamente se rechazarán, porque "no son éticos", incluso se pueden calificar de cínicos. Esto, por ende, conlleva que las personas disconformes o que sinceramente no quieran intervenir a favor o en contra de la persona victimizada, sean calificadas de enemigas. Las personas enemigas, según la realidad de la persona victimista, se incluirán en un mismo grupo o género, produciendo una estigmatización que desacreditará, de nuevo, esta serie de sujetos; y producirá una respuesta automática del resto de la sociedad, incluso negar a nivel individual la existencia de defectos en la persona victimizada, o bien a negar su propio pensamiento, por lo que los demás puedan decir. 

Incluso puede llegar el momento en el que el victimista está llegando a cometer atrocidades y los demás presentan complicidad, justificándolo con su "pasado convulso", "porque tan sólo sufre secuelas de lo que ha vivido".

¿Os imagináis el caso de que se supiera que, una mujer que dice ser víctima de violencia de género, habría golpeado mientras tanto a su marido, atraparlo psicológicamente e incluso agredir verbalmente a sus hijos, bajo el amparo de que "está sufriendo sólo secuelas"?

¿No es sumamente retorcido, cínico e hipócrita? Hay más de una víctima, incluso esta víctima duplica o triplica el daño cometido, pero bajo el amparo de la victimización, escasas veces se reconocerán las otras víctimas y aún menos las secuelas que hayan podido sufrir, aunque sean peores de las que  haya vivido ella misma.

Quizá a partir de este planteamiento algunos podrían empezar a pensar, pero entonces se arriesgan a la:

D. REPRESIÓN HACIA LOS QUE APOYAN AL SUJETO VICTIMISTA

Indirectamente, el victimista está ejerciendo una represión a los que le rodean, obligándoles a cambiar su pensamiento, a pesar de que no se den cuenta.

Una vez los sujetos empiezan a dudar, el victimista puede incluir a la categoría global de "enemigos" aquél que no piense después como ésta. O bien el victimista puede empezar a exigir una serie de comportamientos a los otros que han mostrado alguna vez su apoyo, bajo el amparo de que "es una persona necesitada" y que, si no actúa a tenor de la víctima, podría elevarse al sujeto a la categoría del enemigo, incluso del agresor. 

El victimista empieza a exigir de los demás responsabilidad de los propios actos, a pedir la realización de conductas tan elementales que correspondrían normalmente a sí misma (por ejemplo, ir a hacerse un DNI). Si no lo realizan como el victimista quisiera, entonces el sujeto se ve sumergido a una ola de críticas por su "mala moral", e incluso a amenazar a los demás que lo apoyan de que dejarán de hablarle, o que harán juicios negativos sobre su persona. Si el victimista no consigue sus objetivos, el sujeto pasará a ser uno más de sus enemigos. O blanco o negro. 

E. REPRESIÓN DE LOS QUE APOYAN AL SUJETO VICTIMISTA A LOS QUE NO LO APOYAN

Uno de los efectos colaterales del victimismo es que el doblegamiento de la razón es tan grave que, como fanáticos, las personas que ayudan al victimista actúan por ella ejerciendo el papel represor hacia los demás, convirtiéndose en una auténtica policía del pensamiento.

¿SUJETOS REALMENTE INTELIGENTES?

Algunos pensarán que los victimistas son personas realmente inteligentes para producir estos efectos, ya que pueden generar una auténtica manipulación de masas, ya sea a nivel social o en un grupo de amigos.

Realmente son muy débiles psicológicamente, porque son realmente dependientes emocionalmente a los demás, y que tan sólo viven para mantener un cierto estatus a partir de su victimización. Con una capacidad argumentativa de una mosca, repitiendo falaciosamente lo mismo para justificar sus actos y reivindicar su estatus de victimista.

Alguien que cree estar en razón no hará estas maniobras, ni se hará la víctima para que los demás lo reconozcan como tal.

Pura manipulación emocional.

Tienen una fortaleza personal pésima, incapaz de tirar adelante y de no ejercer nada más que no esté vinculado al amparo de la victimización.

Pero aún así, los demás consienten la victimización.

¿Es que no está pasando lo mismo con Israel que, bajo el argumento de que el pueblo judío fue duramente reprimido, está cometiendo un auténtico genocidio contra Palestina?

¿Es que no pasa lo mismo con los Estados Unidos, que atentan cada día contra los Derechos Fundamentales de sus ciudadanos y de los civiles de los países que atacan porque "en su momento atentaron contra su país en sede del 11-S" o "en nombre de la democracia"?


EN RESUMEN

Porque, haciendo un copy-paste de una fuente de Internet no confirmada, pero que puede servir de utilidad, una persona victimista o colectivo victimista:

1- Culpabiliza a los demás en nombre del vínculo familiar, de la amistad, del amor, de la conciencia profesional, etc...
2- Traslada su responsabilidad a los demás o se desentiende de sus propias responsabilidades.
3- Invoca razones lógicas para enmascarar sus demandas.
4- Pone en duda las cualidades, la competencia y la personalidad de los demás; critica sin parecer que lo hace, desvaloriza y juzga.
5 -Siembra cizaña y suscita sospechas, divide para reinar mejor.
6- Sabe hacerse la víctima para que se le compadezca (enfermedad exagerada, entorno "dificil", sobrecarga de trabajo, etc...) .
7- Utiliza los principios morales de los demás para satisfacer sus necesidades (nociones de humanidad, caridad, racismo, "buena" o "mala" madre, etc...)
8- Amenaza de forma encubierta o hace un chantaje abierto.
9- Miente
10-  Falsea los hechos para averiguar la verdad , deforma e interpreta.
11- Es egocéntrico
12- No soporta la crítica y niega la evidencia
13- No tiene en cuenta los derechos , las necesidades y los deseos de los demás.
14- Su discurso parece lógico o coherente, cuando sus actitudes, sus actos o su forma de vivir responden al esquema opuesto.
15-  Produce un estado de malestar o una sensación de falta de libertad (trampa).
16- Es absolutamente eficaz para lograr sus propios fines, pero a costa de los demás.





El constante victimismo incluso se relaciona con trastornos paranoides.

¿Y tú, eres victimista? ¿O eres esclavo de un victimista? 

¿Eres de una mente simplista o una mente reflexiva, que no deja llevarse de nada ni por nadie?
Desde luego da mucho, mucho que pensar.

Algunos estarán muertos de rabia por este artículo, porque no es "progre" o "ético".
Pero es la pura verdad vista desde fuera.

Algunos niegan que detrás de las ovejas puedan haber auténticos lobos. 

Otros lo saben y no se atreven a decirlo.


domingo, 19 de octubre de 2014

Palpitaciones.

¿Qué será este ruido? ¿Será un monstruo? ¿Será un peligro inminente?

No. Es el ruido de la sangre corriendo por mis venas. Es el pánico que se aferra en mi cuerpo, que me coge los huesos y me los rompe, con un crush imaginario que, de paso, me estruja y me aprieta el corazón.

Es el ruido de una reacción desproporcionada de mi cuerpo tras unos golpes con la banda sonora de palabras inductoras de miedos, de rechazos y de chantajes emocionales. Es el ruido de una reacción desproporcionada de mi cuerpo ante las orquestas del Diablo, con rugidos de motores de gasoil y golpes en la puerta.

Después, me levanto en un hospital de color gris y rojo, con humedades y con barrotes en las ventanas. Es el hospital de la hipocresía de aquéllos que se aprovechan de tí, para sacarte información y para inducirte el miedo de que abras las alas por fin y puedas echarte a volar.

Tengo un cielo prometido, donde un Dios imaginario de barbas largas me espera con un podio y una balanza de justicia.

En mi corazón estallan tambores que anuncian una revolución. Una revolución en mi interior y que orquesta la diosa Justicia, de cuando mis carnes se volvieron en huesos, cuando mis ojos se hundían cada vez más y cuando mis circuitos cerebrales se volvieron totalmente dictatoriales.

Y lloraré sangre, sudaré con lágrimas y vomitaré pesadillas; querré morirme miles de veces, querré tirar piedras en los palacios de custodiadores de palabras falaciosas, querré poseer un ejército que me proteja de los golpes. Pero seguiré adelante, con un caballo a veces blanco y a veces negro, que traerá viernes trece o seré un jinete del Apocalipsis, o traerá glorias y otras victorias.

sábado, 18 de octubre de 2014

Perdónalos, no saben lo que se hacen

Una habitación de Fermat
 me coge, 
me atrapa en un bucle sin sentido, 
amenaza en aplastarme y encerrarme.

Los lobos aúllan y susurran en la lejanía. 

Como un Salomón decidido, 
los superhéroes de sirenas y escopetas, 
la loba sacaba sus dientes. 
Gritaba y aullaba.
Carne emocional quería.

Moriré como Juana de Arco,
si es que no morí hace años;
palabras y maquinaciones insidiosas,
gramática que navega por las vísceras
y no por las cabezas. 

Si es que existe un Dios,
no le pido salvación. 
Les pido que les perdone:
no saben lo que se hacen.

Los lobos aúllan y susurran en la lejanía. 

Delfines que me traicionan
después de difíciles andaduras,
con dolor en los pies, 
gritando en silencio. 

Los lobos aúllan y susurran en la lejanía. 

En el fuego recordaré los besos de Judas,
las batallas que afronté y nunca expliqué,
los caminos de justicia, igualdad e libertad, 
explicadas por falsos historiadores. 

Recordaré aquellas veces
que luchaba con piedras
mientras tiraban bombas, 
entre la complicidad de grandes dictadores. 

Y moriré.
Como cementerio de elefantes, 
moriré en la lejanía, 
entre susurros y aullidos,
entre llamas por prejuicios. 

Moriré como Juana de Arco.