Writing cure: marzo 2012

sábado, 24 de marzo de 2012

Romance de la advertencia

Plumón, yo misma te pido
que de mis problemas no trates,
que no hables de mis amigos,
que con mis amores no te metas,
más trabajo tienes tu con tu vida,
para que todos tus males limpies.
Un día por mi calle pasaste,
mi casa vistes,
e interrumpiendo mi dorado tiempo,
una falsa charla me distes.
Dijiste que yo era falsa,
que de malas influencias yo te dotase,
que manipuladora era,
y que en soledad me quedase desearías.
También dijiste que muchos son los que me odian,
y con lo que dijeses aún más me odiarían,
Y creíste que me importaría.
Por eso te respondo, Plumón,
que tú todo de patrañas me dijiste,
tú quisiste que de poca inteligencia me dotase,
pero francamente yo de tu seguimiento nunca me dejase:
mejor vida tengo yo que tú,
insatisfecho vives los días,
promulgando unas verdades que ni para tí son verdades,
que repetir y creértelas necesitas:
caerás en tu propia trampa,
mientras busques temporales compañías,
fracasarás en tus pocas maneras,
y si de manipuladora me titulaste,
de esto a tí te titularán.
Bien amigo lo fuiste antes.
de infancia te llenaste,
posesivo te volviste,
y con ello falso e interesado cada día lo eres y lo fuiste.
Por eso te digo, Plumón,
y que sepas que no tengo homofobia,
que gente de tu condición mejor conozco,
y de colores llamativos no se dota.
Prefiero tener pocos amigos y que no me tendrán abandono,
no como los tuyos, que se cansarán de tí al poco tiempo,
con tus reiteradas patrañas e intentos manipuladores.
Porque si a tí con navaja te rajasen,
de plumas negras se llenaría el aire.

Inspirado en Romance morisco de Lope de Vega.





sábado, 10 de marzo de 2012

Oda al amor desconocido

Olvidé el que por él di mi alma.
Su inesperada aparición todo lo cambió.

Oh dulce locura, que tú un día te encendiste
Por un desconocido, por el que estuve triste?
¡Cuántas veces me recurrió la incertidumbre!

Él no estaba, pero conmigo estaba la desesperación.
El deseo de buscarle chillaba en mi corazón.
¿Quién es este desconocido por el que sentía tanto amor?

Los días pasaron y cartas y mensajes bonitos llegaron.
Pasaron otra vez los días, y otra vez le vi... no era nada esperaron.
Mis sentimientos, horas desperdiciar me hicieron.

Su entrante y novedosa mirada en mis ojos se fijaba.
Sin darme cuenta mis labios ya besaba.
Y así, una llama inapagable de amor se incendiaba.

Oh desconocido, aún eres dueño de mi corazón y alma.
Y aún lo deseo...  y que por siempre así sea.
Ya no eres un desconocido, y tuyos son mi corazón y alma.

Por favor, no me sueltes nunca de tus brazos.
Sin tí un gran abismo se me acercaría.
¿Qué podría hacer yo, si yo en tu pecho no me resguardaría?

¿Las noches de sábado, cómo serían?
No sentir tu aliento con el mío, ¡cómo de menos lo echaría!
Y aún menos, no podría soportar una amarga despedida...

Y tal y como subiste en el tren por primera vez,
Ver que coges el de vuelta, el de la vuelta a mi soledad,
Insoportable se me haría.

Por favor amor, yo de tus brazos nunca me apartaría.
No me dejes sola, en este duro camino,
Que sin tí sería de mi vida.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Tanto me gustaría

Tanto me gustaría
Levantarme contigo todos los días
Besarte a la luz del sol con sólo las cortinas apartar
Separarme de tus labios... y tu bonita sonrisa encontrar.

Tanto me gustaría
Vivir contigo todos los días
Ver tus lloros, tus seriedades, tus risas
Entre el calor del verano y la intensa luz que nos rodearía.

Tanto me gustaría
vivir para siempre este sueño
que en un banco de hierro en tus brazos empezó
Y que hasta hora hemos vivido como una realidad.

Tanto me gustaría
Estar apoyada en tu pecho desnudo todos los días
Y detrás de tu pulmón tu inmenso corazón escucharía,
A tu lado, tu mano estrecharía.

Prefiero que si esto es un sueño
De él nunca despertarme,
porque tal felicidad en una realidad tan cruel
no podría vivir... ni con mucho empeño.

Por eso de este sueño nunca me despertaría,
no quiero despertar de esta gran felicidad,
que sin tí no viviría.



Cuchillo es la traición, asesino es el instinto.

Era una noche de diciembre,
y como esta, era fría;
fría como yo sería;
Tan fría que de la maldad de costumbre haría.

Al lado del diablo yo estaría,
a la maldad, a coger el cuchillo me llevaría;
de egoísmo dotarme él me ayudaría;
por el mal instinto, me conduciría.

Y, sin pensarlo dos veces,
sin pensar en aquél que me ayudó, que me amó hasta el vencer
yo mucho dolor, por instinto, le iba a hacer,
algo peor que todos los dolores reunidos de la vejez.

Y, sin pensarlo dos veces ni ninguna otra vez
con la claridad de la luna, poco estaríamos apartados esa noche de heladez;
no pensé y bajo el lecho de la poca merced
mucho daño le iba yo a hacer.

Como el instinto de rabia la tentación me llevó,
para ser yo el asesino, que el cuchillo de la desconfianza tomó,
sin pensármelo dos veces, mi instinto lo apuñaló
del dolor del amor de poco murió.

Le recuerdo, mal herido, en mi cama lo tumbé
para observar sus lágrimas en sus mejillas,
y yo también lloré.

Por mí ríos abocó,
Yo con tentación la confianza había matado,
y él del dolor del amor de poco murió.

Curé las heridas, intento no abrirlas;
no podrías resistirlo... sino del dolor morirías.
perdería el sentido, en pensar que de mi vida desaparecerías.
Yo por tí, mi vida daría.






El vendedor de argumentos

Hacía poco que los mercados presentaban variedades de productos, después del descubrimiento de América. En el mercado del pueblo habían paradas de todo tipo: de ropa, de animales, de pan, de frutas, de verduras de los campos. Pero me habían comentado que en él había una de peculiar: había un hombre que vendía argumentos a un bajo precio, pero que funcionaban bastante bien. Tenían un éxito brutal; se formaban colas monumentales desde las ocho de la mañana hasta la misma hora de la noche. La gente acampaba a las seis de la mañana los días de mercado, esperando a que el hombre llegase con su carro y que chillase: ¡ARGUMENTOS! Ahora no hace falta inventarse excusas. ¡Obtenga un argumento eficaz, barato y duradero para el resto de sus vidas!

Sentí curiosidad y me acerqué allí. Había pensado en comprar uno, para comprobar si se merecía ese hombre el éxito que estaba teniendo. Pero desde lejos su aspecto sonaba. Recuerdo que, yendo con mi caballo y con las peores faldas que había encontrado en la cómoda, me sorprendí por lo cercano que me sonaba su aspecto: era un ex amigo mío que, dadas sus patrañas y falsedades, terminamos de una forma... trágica.
Así pues, subí al caballo y volví a la posada.

Al volver, encargué a la casera si me podía dar un traje de viuda, que me tapase gran parte de la cara y del cuerpo. Ella respondió que sí, que podría encontrar alguno en el sótano y que lo podía coger sin problema, siempre y que volviese a su lugar y con pocos rasguños. Así entonces, la semana entrante me puse el traje, monté en mi caballo y volví a la plaza. Los gritos del vendedor sonaban de lejos. Bajé del caballo, me puse a la cola y estuve bastante rato en la espera.
Hasta que por fin, me tocó. Me fijé en el mostrador, y habían muchísimas cajas diferenciadas según el tema del argumento.
- Bienvenida sea mujer viuda, ¿qué se le ofrece? ¿Un argumento para cargarle alguien la muerte de su marido a alguien que no es de su bien parecer?
- Bueno, no lo sé, es para probar.
-¡Y tanto! Pruebe y si queda satisfecha, no dude en volver. Tome, llévese este gratis. - se dirigió en una ancha caja, donde ponía la etiqueta "muerte".
Era algo similar a una galleta de la suerte occidentales. Me aparté de ese lugar y, lejos de la multitud la abrí. En ella, ponía:
Le vi a usted con la luz de la luna apuntándole con un cuchillo.

Al leer eso, aluciné. ¡Pero cómo podía algo de ese tipo tener coherencia en todas las situaciones! Y aquellos productos, baratos y de poca validez, tenían más éxito que un caramelo en la puerta de un colegio. Ese chico había tenido una buena estrategia, vendía sus apócrifos productos en un punto clave en que se reunía gente de poco nivel cultural, y así se los había ganado a todos. 

Pasaron los días y en ocasiones volví a pensar en ello. Hasta que un buen día, desde mi posada, escuché un estruendo ruido que provenía de la plaza central y que hizo sonar las campanas como nunca. Me asomé la ventana y vi la situación: ¡todo el mundo estaba peleándose! Las paradas de verdura se convirtieron en industrias de armamento, y coles, tomates, calabazas y otras hortalizas volaban por los aires; personas agarradas por el cuello con las manos de otros... 

La cosa se paró un momento. Todos los contrincantes se miraron, volvieron sus cabezas a la parada del hombre, que la piel se le había puesto pálida observando todo el estruendo; y después todos los participantes dirigieron su objetivo a la parada. La rompieron toda, cogieron al dueño y lo tiraron en una parada de animales, donde los gorrinos, embarrados, hacían la siesta.

Quien de los problemas de los demás se beneficia, de bondad tiene contados los días.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Quién asesinó la personalidad de Kristen?

Bien, yo me llamo Kate Parks y quiero contaros un asesinato que marcó mi vida y que no puedo parar de recordar. Es el asesinato de la personalidad de Kristen. Voy a entrar en la nostalgia y mediante el recuerdo os narraré esta bonita pero trágica historia.

Kristen y yo nos conocimos en el instituto; a pesar de llevarnos dos años de diferencia. Simpática, mona e inteligente. Se enamoró de un chico guapo en un viaje de fin de curso; salieron juntos pero la distancia acabó con ellos. Era feliz, nos llevábamos bien y nos contábamos cosas en la hora del patio juntamente con otras chicas. Podríamos definirnos amigas como tal.

Pues bien, el tiempo pasó y ella tuvo que irse a otro instituto para estudiar un bachiller. Ahí nos dejamos de hablar un poco pero aún manteníamos el hilo. Pero entonces, llegó una fiesta de San Valentín y... ella murió. Bueno, morir morir no, digamos que quedó en cuerpo pero no en alma; un parásito la destruyó.

No sabemos exactamente quién la mató, si fue ella misma porque quería someterse al parásito; o bien el parásito la obligó.

- Yo creo que seguramente ha sido él, seguro. Una persona no puede cambiar de esta manera su forma de ser... - me contó su antigua mejor amiga, que también se mostraba nostálgica y poseía gran curiosidad para saber las causas de su muerte.

- Es posible, pero creo que ella tampoco opuso resistencia. No le importaba. Podría ser una eutanasia; un suicido consentido. - afirmé, en un suspiro -.

- Es más que posible - respondió ella.

Más tarde la vi. Vestía como él, hablaba como él y permanecía siempre a su lado. Kristen había muerto; por amor.