Writing cure: julio 2012

lunes, 23 de julio de 2012

Un poco de Nietzsche está bien, pero demasiado es letal

Hoy me ha dado el gusto de hablar de uno de los filósofos más influyentes en los siglos XIX y XX, que desató movimientos como el Modernismo y sus pertenecientes ramas a lo largo de Europa. Además de ser uno de los filósofos de la sospecha junto a Karl Marx, crítico con la sociedad capitalista; y S. Freud que, hablando de esta, llegó a la conclusión que cuyos convencionalismos impedían a las personas desatar sus impulsos (mayoritariamente de carácter sexual) y llegar a tales enfermedades mentales como lo son la neurosis o la esquizofrenia; Friedrich W. Nietzsche desató una teoría que tumbaría los fundamentos de la moral occidental, principalmente apoyada por los valores de la religión judeocristiana. Nietzsche, revolucionario con su concepto de voluntad y del "superhombre", afirmaba que una sola persona, con el poder de la voluntad, podía cambiar el mundo entero; influyendo así el Modernismo y a personajes tan macabros como lo son el mismo Adolf Hitler

Pero al filósofo y filólogo alemán no se le adscribe en el grupo de filósofos de la sospecha precisamente por eso. Nietzsche hizo una gran crítica a la represión de los valores judeocristianos, que buscaban un orden perfecto, tal y como lo definió Sócrates en la Edad Clásica. "¡Hemos matado a Dionisio!" apuntaba Nietzsche en la publicación de sus teorías, criticando a su vez la total obediencia a la razón que tanto y tanto promocionó Sócrates. Hace falta recordar que Dionisio es el dios de la fiesta, del desenfreno; y supuestamente tales conceptos serían totalmente prohibidos por la moral judeocristiana. 

En ciertos puntos, Nietzsche tiene razón. Aquí en España hace escasos años esto pasaba, y dado su lugar de nacimiento deduzco que tal obsesión por el orden sería bastante más heavy que ahora, aunque en Alemania esto se ha suavizado de tal forma que la civilización alemana ahora es mucho más avanzada que no la española. Aquí en España el anticlericalismo ha sido tan brutal que, hasta los colectivos sociales de menor cultura han caído en él sin percatarse de ello (los conocidos popularmente como "chonis" o "canis"): la obsesión por el ocio, la fiesta, la música ragatanga y el desprestigio social que se atribuye a los que no los practican de forma exacta. El nivel aquí en España ha llegado a tal punto que se llega a sustituir el trabajo por la fiesta, se dejan de lado las responsabilidades y la conciencia económica del país, el "chupar del bote" siempre que sea posible. Y esto en adolescentes, ya llegado a las edades de 11 o 12 años, se puede apreciar de una forma más exagerada. ¿Estamos delante del declivio de las generaciones futuras? Cada vez más niños y niñas (ya no digo jóvenes) se ven influidos por estos corrientes perjudiciales, creyendo que es el camino correcto; pues lo consideran como la única vía del "ser guay" o "quedar bien". 

Dada toda esta síntesis, ustedes creerán que soy una "anti-Nietzsche" al cien por cien, pero no es realmente así. Soy gran admiradora de este pensador, tiene razón en muchos puntos; simplemente critico el mal uso que se ha hecho de ellos. Como siempre me han dicho desde que era pequeña: "cualquier exceso es malo". Sea de Nietzsche, de Sócrates o de cualquier cosa en la vida de cada día. Sin embargo, hace falta recordar que este célebre personaje de la filosofía moderna acabó muriendo en un psiquiátrico, al cual había ingresado hacía un tiempo breve. 

jueves, 19 de julio de 2012

La máquina del tiempo del pan y el circo

Llevaba tiempo pensando en ello, y dado que Sara Carbonero la cagó bastante hace poco, se me ha aparecido la brillante oportunidad para escribir este artículo y, en él, agrupar mi pensamiento sobre la degradación de la imagen femenina en el campo del periodismo.

Hace unas pocas semanas, Sara Carbonero, realizando la crónica de las semifinales de España en la Eurocopa, se le escapó un detalle bastante importante: el penalti marcado por Iniesta; el penalti de la discordia que la llevó a las constantes críticas tanto en Twitter como en los medios después que, dada su inocencia, le preguntase al mismísimo jugador del Barça cómo se sentía después del partido, a pesar de no haber marcado. El jugador, sorprendido, dijo en pocas palabras extrañado ante la elegantísima periodista que sí, que había marcado un gol. La joven simplemente reaccionó con una risa tonta, entre unos blanquísimos dientes de anuncio de dentista.

Al menos ahora, tras este "incidente", la gente de calle ha despertado un poco más ante la situación que criticaban varias periodistas: ¿cómo era posible que una chica, no habiendo terminado la carrera de periodismo por una o dos materias, se encontrase en tal posición dentro del campo del periodismo? La respuesta es clara: el pan y circo realizado por Telecinco y la mayoría de cadenas mediáticas españolas. Estos fomentan la imagen de la mujer tonta pero guapa, que predomina ante todo con un poco (sarcásticamente hablando) de pote y rímel; levantando así cualquier esfuerzo de alguna mujer, trabajando duro durante la carrera, pasándose noches enteras revisando artículos que a toda prisa debe publicar el día siguiente ante la imposición del redactor jefe, que a pesar de mucha presión y, tras años de esfuerzo, su trabajo le sigue encantando. Mientras tanto, otras mujeres cual putas escalan posiciones con el ingenioso arte de los favores sexuales. Poneros en el sitio de esa mujer: trabajando a semejanza de un esclavo para alimentar a sus hijos, para que luego su hijo adolescente encienda el televisor para ver a esa gran presentadora y admire su hermosura, mientras lee detalladamente en una pantalla del plató lo que debe repetir cual robot, con algunas sonrisas de dentista entremedio y con posturas femeninas.

Cuando veo tales modelos trabajando de periodistas, siento lástima por aquellas mujeres que lucharon y aún luchan para la igualdad de sexos: la poca dignidad de estas "mujeres-objeto" y sus sexistas actitudes nos llevan al retraso en el pensamiento actual, a la animalidad y al instinto sexual de hombres pegados a la tele cansados de sus actuales esposas; y a la consideración de la mujer como un instrumento para tener hijos y para mantener la casa limpia. El pan y circo, instruido por estas bellas doncellas, aniquilan el progreso conseguido en el tema de la igualdad, ejerciendo a semejanza de una máquina del tiempo.