Writing cure: 2011

sábado, 12 de noviembre de 2011

La inocencia infantil ha muerto

Cada fin de semana me levanto a las 9. Bajo a la cocina, enciendo la tele, me preparo el almuerzo y me voy a la mesa. Estaba puesto un canal de dibujos animados (es lo que tiene tener hermanos pequeños) y en ese momento emitían anuncios de juguetes para los niños, seguramente para despertar esa ilusión navideña que tienen. Y cuál fue mi sorpresa que, ante mis ojos, apareció un anuncio de unas botas para niñas, un tanto cutres, con una especie de calentadores de quita y pon con perlitas rosas que eran descritos por la voz de una niña pequeña, de esta forma: "puedes ponértelos cuando quieras, ¡sobretodo para ir de fiesta!". Ya al escuchar esto, mi espíritu de la indignación se despertó, y aún más cuando, después de decir esa frase, aparecieron dos criaturas de ocho años, saltando felices y contentas de llevar esos hermosos zapatos en sus pies.

Bien, vamos bien. Ya después de haber escuchado de todo, de que niñas de tan sólo doce años entren a discotecas para mayores de dieciséis o dieciocho, ahora con los anuncios vamos a incitar que, a los ocho o a los diez, empiecen ya con el afán de creerse mayores, de irse de fiesta y competir para ser la más guapa, la más guay o la más popu. Además de eso, empezar a someterse al holocausto neuronal que supone emborracharse o ser un alcohólico de primera. Y después de eso, convertirte en una choni de calle o en una Amy Winehouse, simplemente porque ha habido un anuncio o una sociedad equívoca en que lo mejor visto se basa en no hacer nada productivo, en la superficialidad y en la chulería.

Así entonces, eliminamos la buena infancia de los niños y niñas. Ya tuve suficiente al entrar en el instituto, en que una cría de primero de la ESO compartía clase con unos chavales que tan sólo daban la lata desde hacía cuatro años y que aún no se habían movido del sitio. Porque claro, lo que se lleva ahora es estar enganchado a una botella, en ir de mayor, en joderte los pulmones y en estar cerca de la puerta de la clínica de aborto. Y eso simplemente porque ya de pequeñas se les enseñan una botas bonitas para irse de fiesta, de estilo gitanilla, fabricadas para ser ocupadas con unos pies inferiores al 36.

Así que a partir de esta conclusión, que puede ser tomada por una gran exageración que una tía detrás de un ordenador está escribiendo ahora mismo, confío en el criterio de unos padres que empiezan a hacer cuentas para unos regalos de navidad, que sabrán si incluir este tipo de zapatos en la lista.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Egoísmo vital

Tú, sí, tú; eres un irresponsable, un egoísta y un infantil. No valoras lo que tienes, no valoras a toda la gente a la que puedes hacer sufrir, simplemente piensas en tu propio placer, en acabar con eso que un buen día la biología te concedió, en acabar lo que un buen día tus padres con un óvulo y un espermatozoide crearon porque no has sabido vivir de otra forma, sólo porque no has tenido la valentía de afrontar todo aquello que la dura vida te presenta.

Tú, hombre occidental, que prefiere estarse la vida sentado en el sofá sin hacer nada, o bien trabajar como un subnormal para sentirse superior a los demás cayendo en la frustración, no piensas en tus seres queridos y en los que te quieren porque, claro, como te sientes estresado, hundido, frustrado o lo que sea, por tu misma forma de pensar o quizá por algunos hijos de puta que te rodean. 

Tú, que no valoras todo lo que tu cultura te ha concedido para vivir mientras que otros sueñan años enteros para poseerlos, echas tu vida por la borda, por cualquier tontería, porque la puta economía de tu país no funciona, porque odias la sociedad, porque odias tu alrededor y nunca te has parado a pensar en alguna forma para ser feliz dentro de lo que cabe. Puede que seas un incomprendido, puede que estés sólo, pero hay una salida para todo. Y si no la encuentras, es cosa tuya, pero claro, es mejor y más fácil caer en el matarse a uno mismo. Eso sí, dejando a los demás jodiéndose por ti por no querer buscar un remedio dentro tuyo. 

Psicoanálisis (Parte 1)

Recuerdo que era una pequeña y débil niña de 10 años.

Recuerdo también llegar a este lugar tan nuevo, desconocido, en el cual quería iniciar una vida nueva, un pilar fundamental para mi adolescencia y adultez. Había llegado a una bonita casa en un bonito barrio, dentro de lo que era un bonito pueblo pero no con muy bonita gente.
El afán de la curiosidad del entorno y de la popularidad ante más de 60 nuevos ojos me persiguió durante el primer día, algo que molestó a las personas más narcisistas, que no podían soportar ante su rabiosa mirada que alguien, tan débil y nuevo, les sacara del sitio favorito del egocentrismo. Entonces ahí empezó todo, la guerra, el bombardeo hacia un ser inocente que nada más quería hacer nuevos amigos y tener un poquito más autoestima que la sacase de sus niveles más bajos. Pero nada, las bombas del insulto, la soledad y del desprecio me hundieron hasta el más allá, sintiéndome así de lo más bajo, algo sin valor, algo sin ánimo, algo digno de ser criticado y marginado totalmente. Y así, pasaron los meses.

El volumen de lágrimas recogidas podría ser calificado por un meteorólogo como una de las peores lluvias de los últimos años.  Mientras tanto, la que tenía que ser socorrista de aquél mar de llantos (licenciada en magisterio, por cierto) no hizo nada por ello, sino que se dedicaba a tomar cafés a las diez de la mañana con una progenitora narcisista, entre smuacks de recibida y despedida.  

Las bombas siguieron cayendo y la metralla sigue aún en el campo de batalla, y es difícil que desaparezca hasta al cabo de muchos años.

lunes, 4 de julio de 2011

El poder de la palabra (o el de la exageración). Segunda edición

La curiosidad humana es una característica muy buena y muy bien valorada, ya que muestra un gran interés por el saber y por lo que ocurre en el mundo. Nos gusta sentirnos informados, saber qué ocurre, como funcionan las cosas o como se originan otras.

Sin embargo, esta virtud se puede confundir por un defecto, a veces perjudicial si este es excesivo. A este se le llama cotilleo. Consiste en el interés, normalmente excesivo por el conocimiento de la vida de los demás, en el cual las intimidades de los individuos son expuestas al público y a veces con un carácter bastante diferenciado y exagerado respecto al concepto real.

Un claro ejemplo son las revistas del corazón, que a veces protagonizan un papel realmente acosador sobre la vida de la gente famosa o popular: cual parásitos, los "periodistas" tan sólo viven de los demás, de lo que hace este o de lo que hace el otro. La prensa rosa es capaz de transformar cualquier tontería en una cosa de gran importancia, y de captar así los cinco sentidos de las personas hacia esas noticias, sobretodo gente de bajo nivel cultural y social.

Tampoco las revistas del corazón son las únicas grandes fábricas de "mentiras" o de "exageraciones"; cualquiera puede hacerlo, y a veces, por ejemplo, llegar a destrozarte la vida. Podemos llegar a evitarlo, pero nunca puedes controlar lo que uno dice o no dice de tí. 

Pero, ¿por qué nos tiene que importar lo que digan los demás si normalmente no se corresponde con la realidad? Ya sabéis, la verdad siempre se acaba sabiendo. Por lo tanto, siempre aférrate a ella. 

viernes, 22 de abril de 2011

La copa voladora

Me desperté tarde y muy cansada. La noche anterior se me había hecho larga viendo el aburrido partido, que terminó con la derrota de mi equipo y que me hizo volver decepcionada con el resultado a casa, con los gritos de fondo de cuatro aficionados del equipo contrario celebrando su victoria. Puse el televisor y en concreto el canal de noticias de veinticuatro horas. Se dio paso a las noticias deportivas que destacaban la victoria del equipo contrario y, seguidamente, se mostraban las imágenes del autobús del club en la celebración del título, cómo un jugador sujetaba la copa encima de su cabeza y, con un signo de desequilibrio causado por un exceso de alcohol, la copa merecida se desvanecía al suelo desde unos cuatro metros de altura y unos segundos después era chafada por el propio vehículo, quedando destrozada por completo.

Durante el día siguiente de la victoria el jugador, con unos dientes delanteros bastante destacados, era la diana de todas las críticas. Él no supo responder nada más que “la Copa quería volar al ver la Cibeles”, sin tener en cuenta que las copas normalmente no disponen ni de patas ni de cualquier mecanismo para desplazarse por sí solas.  Después las redes sociales se llenaban de grupos, páginas y comentarios del tipo “Ramos no tiró la copa, ésta se suicidó por depresión”, “Copas del Rey que se suicidan por vergüenza al verse en el bus del Madrid” o “Yo también creo que el conductor del autobús era del Barça”.

A mí lo que me ha impactado más es que la Copa había sido hecha manualmente por un joyero y se habían invertido cuatro meses en darle forma. Y en menos de cuatro horas va un jugador del equipo vencedor y se la carga.  Ahí se muestra el valor que se le da a los títulos aunque hubiesen pasado dieciocho años para volver a conseguirlo. Después de esto el bus llegó a su destino, la gran plaza llena de aficionados blancos, intentando olvidar el “pequeño incidente” con un “We are the Champions”  desafinado y en spanglish.

domingo, 10 de abril de 2011

¿Por qué Adán y Eva tienen ombligo?

Por lo que tengo entendido y por lo que interpreto, es el libro más antiguo de la historia y en él se intenta justificar cómo comenzó todo y la existencia de fenómenos fantásticos.  

La mayoría de cuadros antiguos están basados en este libro que, por cierto, es un tocho y es el pilar fundamental de algunas religiones; por lo que muchas escenas de él son representadas en pinturas. Pero básicamente entre las historias escritas y en lo que se retrata hay varias incoherencias, ya que Adán y Eva se representan con ombligo cuando se supone que fueron creados por Dios.

Yo creo que si Jesús hubiese podido caminar encima del agua, los barcos o los deportes como ahora el windsurf o la natación no habrían existido. Tampoco veríamos sentido ir a la playa o bañarse, ya que sería seguir tocando una superficie dura con los pies. También si fuese posible abrir un mar como hizo Moisés no existirían los vuelos transatlánticos, ya que podríamos recurrir todo el Atlántico en coche durante doce horas y, así, ahorrarnos la pasta que cuesta ir en avión. Y tampoco le veo sentido a que Dios tuviera que destruir la ciudad de Sodoma sólo porque había homosexuales; y que haya guerras de religión si en este libro se dice bien claro en los diez mandamientos que “No matarás”, y tampoco entiendo que haya tsunamis, terremotos, asesinatos y todo tipo de desgracias humanas y naturales si realmente Dios está para impedirlo; y tampoco entiendo porqué hay fósiles y evolución de las especies si, supuestamente, Dios las crea invariables.

Esto es lo que pienso sobre la existencia de Dios, ahora opinar vosotros, lectores.