Writing cure: La máquina del tiempo del pan y el circo

jueves, 19 de julio de 2012

La máquina del tiempo del pan y el circo

Llevaba tiempo pensando en ello, y dado que Sara Carbonero la cagó bastante hace poco, se me ha aparecido la brillante oportunidad para escribir este artículo y, en él, agrupar mi pensamiento sobre la degradación de la imagen femenina en el campo del periodismo.

Hace unas pocas semanas, Sara Carbonero, realizando la crónica de las semifinales de España en la Eurocopa, se le escapó un detalle bastante importante: el penalti marcado por Iniesta; el penalti de la discordia que la llevó a las constantes críticas tanto en Twitter como en los medios después que, dada su inocencia, le preguntase al mismísimo jugador del Barça cómo se sentía después del partido, a pesar de no haber marcado. El jugador, sorprendido, dijo en pocas palabras extrañado ante la elegantísima periodista que sí, que había marcado un gol. La joven simplemente reaccionó con una risa tonta, entre unos blanquísimos dientes de anuncio de dentista.

Al menos ahora, tras este "incidente", la gente de calle ha despertado un poco más ante la situación que criticaban varias periodistas: ¿cómo era posible que una chica, no habiendo terminado la carrera de periodismo por una o dos materias, se encontrase en tal posición dentro del campo del periodismo? La respuesta es clara: el pan y circo realizado por Telecinco y la mayoría de cadenas mediáticas españolas. Estos fomentan la imagen de la mujer tonta pero guapa, que predomina ante todo con un poco (sarcásticamente hablando) de pote y rímel; levantando así cualquier esfuerzo de alguna mujer, trabajando duro durante la carrera, pasándose noches enteras revisando artículos que a toda prisa debe publicar el día siguiente ante la imposición del redactor jefe, que a pesar de mucha presión y, tras años de esfuerzo, su trabajo le sigue encantando. Mientras tanto, otras mujeres cual putas escalan posiciones con el ingenioso arte de los favores sexuales. Poneros en el sitio de esa mujer: trabajando a semejanza de un esclavo para alimentar a sus hijos, para que luego su hijo adolescente encienda el televisor para ver a esa gran presentadora y admire su hermosura, mientras lee detalladamente en una pantalla del plató lo que debe repetir cual robot, con algunas sonrisas de dentista entremedio y con posturas femeninas.

Cuando veo tales modelos trabajando de periodistas, siento lástima por aquellas mujeres que lucharon y aún luchan para la igualdad de sexos: la poca dignidad de estas "mujeres-objeto" y sus sexistas actitudes nos llevan al retraso en el pensamiento actual, a la animalidad y al instinto sexual de hombres pegados a la tele cansados de sus actuales esposas; y a la consideración de la mujer como un instrumento para tener hijos y para mantener la casa limpia. El pan y circo, instruido por estas bellas doncellas, aniquilan el progreso conseguido en el tema de la igualdad, ejerciendo a semejanza de una máquina del tiempo.