Writing cure: El precio del orgullo

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El precio del orgullo

El orgullo, en tanto que es una virtud positiva que reafirma el valor de ser uno mismo, también es un defecto demasiado importante y que puede llegar a tener magnitudes muy relevantes. Además, es el peor pecado capital, ya que no permite que uno mismo reconozca otros pecados cometidos, o llega a tal extremo que pasa a ser la soberbia, el deseo de ser preferido por otros y de elevar sus cualidades o acciones por encima de otras ajenas.

Pero hay que distinguir el orgullo positivo del orgullo negativo. Podemos estar orgullosos de ser de una comunidad, del trabajo bien hecho, de un equipo... ya que éstos han llevado a cabo buenas acciones, nos afecten a nosotros o no. Pero el negativo, que muchas veces llega a ser soberbia, es algo realmente destructor. El orgullo o amor propio ha llevado a cabo guerras, disputas, problemas, ya sean a escala pequeña o grande, sólo para mantener un estatus, una felicidad o una buena opinión, muchas veces a base del miedo. Maquiavelo dijo que el fin justifica los medios, algo que ahora muchas veces encontramos en magnitudes económicas, políticas e incluso personales, en las cuales remarcar la supremacía del sujeto es el fin implacable.

Un claro ejemplo es lo que está haciendo Estados Unidos con Siria o con la condena al soldado Manning, que reveló auténticas matanzas a inocentes ejercidas por el ejército norteamericano en guerras.

Se castiga a alguien, quizá inocente, para mantener su estatus. Está prohibido revelar datos que manchen el nombre de un país, también lo está el derecho a decidir para mantener la buena marca de un país. Se matan personas inocentes en guerras tan sólo para mantener la seguridad de un país, o bien para ejercer un miedo que mantenga intocables los miembros de un cierto colectivo. Un hombre con una supuesta inteligencia superior subestima a los demás para reafirmarse, alguien con unos excelentes expedientes académicos hace lo imposible para que le superen, porque quiere reafirmarse. Alguien exagera deliberadamente sus virtudes, porque no sabe afrontar una crítica negativa.

El orgullo o soberbia es algo que hay que saber moderar. Es como una droga que en dosis muy pequeñas puede ser medicinal, pero en grandes dosis puede ser mortal. Tenemos que ser educados en el afán de conocer, ser conscientes de que no estamos solos en el mundo y que no lo sabemos absolutamente todo, que otros tienen virtudes diferentes a las nuestras y que entre todos nos debemos de complementar.

Y tú, ¿cuánto crees que es destructivo el orgullo o la soberbia?