Writing cure: Contexto histórico

jueves, 8 de agosto de 2013

Contexto histórico

Muchas son las anécdotas que voy recogiendo día a día, a través de las cuales elaboro reflexiones. Forma parte de mi modus operandi: intento analizar las situaciones lo más pragmáticamente posible y extrapolar alguna lección o observación. Entonces, en mi cesta de momentos a destacar y entorno los cuales reflexiono he encontrado uno que he hecho reposar como el vino, por tal que, con la espera, pueda obtener un resultado más o menos bueno.

Todo empezó cuando tuve una invitada muy especial en mi casa. Antes que esta llegase, observé que misteriosamente habían dejado un libro encima del sofá que trataba sobre una larga lista de sucesos históricos a través de fotografías ordenadas cronológicamente y que marcaban puntos importantes de nuestra historia contemporánea: Armstrong pisando la Luna, los tremendos efectos del crack del 29 en Estados Unidos, Einstein sacando la lengua ante la cámara, la construcción del Empire State. Y yo, bien interesada, me incliné a observarlo, a leer sus descripciones y a pasar la página con un movimiento repetitivo y delicado de los dedos. Una vez lo dejé, repasado y bien repasado, encima de uno de los imponentes cojines del sofá, llegó la famosa invitada. Ella tuvo una expresión de gran interés, mediante unos ojos maravillados mientras miraba la portada, llena de fotos en blanco y negro, quedó cautivada por su belleza.  Y ella, girando las páginas con mucha velocidad, de forma desastrosa y con poca delicadeza, comenzaba a exclamar: "¡ay, qué chulo!, ¡Has visto chica, qué bonita esta foto, qué bonita la mujer que aparece en ella? ¡Siempre he creído que esta tal Audrey Hepburn es muy guapa!".

Al oír estos vocablos con énfasis y fascinación superficial me quedé helada como un iceberg. Medio indignada y sorprendida, intenté calmarme y pensar: "Es normal. Mirar todo el día la televisión, criticar todos los personajes que aparecen allí y sus vestimentas tiene sus efectos". Y entonces, tras dar vueltas momentáneas al asunto, llegué a la conclusión que ese ser en mi sala de estar no era más que una muestra del poder de los medios de comunicación en las clases populares, haciéndoles preocupar por cosas tan mundanas como el físico, mientras que lo que realmente importa son la transcendencia de los hechos. Son los presos de dentro de la caverna, adultos o niños. Mujeres sumergidas en programas de belleza y en series de mujeres amargadas y desesperadas.

Entonces le dije:

- Este libro no es solamente de fotografía. Es de historia contemporánea.

Se puso de morros y, desinteresada, lo cerró de un golpe y lo dejó en el mismo sitio donde lo había dejado, decepcionada.

Y es que a veces nos preocupamos por cosas tan irrelevantes...