Writing cure: La pérdida de Stefano

miércoles, 25 de enero de 2012

La pérdida de Stefano

Conocí a Stefano dos años antes. Recuerdo que habíamos cogido un gato que nos habíamos encontrado por la calle, y junto con Rea, la chica que nos presentó, lo trajimos en su casa.

Stefano y yo nos quedamos un rato a solas. Ahí me contó que se comía la cabeza, ya que no sabía con exactitud   su condición sexual. Al cabo de pocos meses reconoció a unos pocos que era gay.

Pasamos veranos enteros juntos, reíamos, nos divertíamos. Nos acompañábamos y nos llorábamos en los peores momentos, teniendo siempre nuestra compañía mutua. Me apoyó sobretodo en los temas relacionados con Paul, ese chico por el que los dos tanto nos habíamos entristecido.

Pero llegó el momento culminante. Todos nos debíamos separar para cursar el bachillerato. Él se quedaría en el instituto del pueblo, pues era dos años menor que yo. Y con esa separación noté distancia, una distancia que yo justificaba por el cambio, y él por el exceso tiempo que me quitaba Jared.

- No sabes equilibrar el amor con las amistades - se quejaba.
- ¡Si pudiese! Pero tengo los estudios por en medio, y me resulta casi imposible.

Las diferencias llegaron a tal punto que pagaba mi mal humor con él, hasta que un día le escupí todo lo que pensaba de él en aquél momento, muy diferente respecto hacía dos años. Había inmadurado, respetaba pocas cosas que le pedía y además maldecía sobre Jared. A partir de ahí, Stefano y yo estuvimos largo tiempo sin hablarnos, con nuestras presencias incómodas del uno para el otro. Hasta que un día le dije de hablar.

- ¿Qué quieres? - me miraba con odio, y desprecio, como un aviso de todo lo que iba a decir él a continuación.
- Hablar, Stefano, hablar.

La conversación me destrozó. Había tirado aquellos bellos momentos por la borda, me acusó de manipulación (qué novedad) y me reprochó mi falta de valor para afrontar las cosas.

Un mes después, todo el grupo de amigos estaba en el parque. Él, estaba arrinconado en una parte del parque, aislado de la situación, llorando. Julie, una excompañera y amiga de clase, fue a ver qué le ocurría, estando así largo rato hablando. Después ella me llamó.

- Cath, habla con él enseguida que puedas. Es sobre... vuestra amistad.

No me sorprendí. Me acerqué, le cogí la barbilla con la mano y se la levanté. Estaba llorando y se le había corrido el maquillaje.

- ¿Qué te ocurre?
- Creo que... no me valoras ya como antes.

Hablamos largo rato y decidimos retomar nuestra perdida amistad. Ahí me confesó que tanto Skully como Bruna le habían prohibido cualquier vinculación conmigo, ya que creían que era perjudicial para él. Eso me mató a rabiar, y deformé una puertecilla de plástico que cubría los contadores de electricidad de una casa vecina.

Dos meses después nos volvimos a dar el último adiós. Un conflicto gordo con Paul y un entromecimiento en mi relación causaron que tanto Paul como Jared; y por su lado, Skully y su pareja, nos recomendasen abandonar eso de una vez por todas.

Días después dio el último paso. Al cabo de dos semanas me llamó para aclarecer dudas sobre el conflicto con Paul y sobre porqué ahora Jared también le odiaba. Colgamos con un aire frío, que consolidaba el pequeño odio que existía entre nosotros, aunque nos doliese esa situación dados tantos buenos momentos de felicidad.

Intenté hacer vida después, con los nuevos amigos que estaba conociendo en bachillerato, intentando no caer en la nostalgia y el dolor. Estos ya eran immunes, ya no me afectaban. Acepté esa pérdida como algo obrado por el destino y que, por lo tanto, era inevitable y que ya no tenía marcha atrás.