Writing cure: Efecto dominó

lunes, 6 de agosto de 2012

Efecto dominó

En la tarjeta sanitaria salían el nombre, los apellidos y el número de la mujer. Al lado, el dinero destinado a comprar esas pastillas que, a su vez, eran el motivo de su locura. Yo, resignada, asentí, abrí la puerta, cogí las llaves y la cerré.

Esa imagen mental me llevaba a recuerdos que en aquél momento no quería recordar: aquella mujer cruel, sus gritos, los insultos que me dirigía al no salirme algo bien; las constantes críticas a todo lo que me confería.  Llegué, con el paso del tiempo, que tan sólo era un instrumento fallido de su apariencia que había salido defectuoso de fábrica y que, por lo tanto, debía de ir a la basura. En la cabeza se recopilaban todas aquellas malas experiencias, los traumas; y el odio me dominaba en cualquier momento. Más de una vez había pasado lo mismo, sí; y el pobre de mi novio tuvo que aguantar mis críticas hacia aquella desconocida y cruel persona, en la que se había convertido mi progenitora.

Y a partir de aquél momento llegué a la conclusión que era un monstruo social, alguien que por causas ajenas podía destruir a cualquier otro, y así que este se comporte como el anterior. Ella podría ser un sujeto iniciante de una interminable cadena de convencionalismos, de rabietas y de comportamientos infantiles antes de rozar la tercera edad.